jueves, 31 de marzo de 2011

Relatividad especial II

Percepción

El mismo joven de la otra vez camina por la calle. Podría ser cualquier calle, pero es una avenida, bastante ancha. Muy ruidosa. De esas tan ruidosas que te obligan a hablar a los gritos, si es que querés comunicarte con alguien. El joven camina rápido, casi corre. Aunque usar ese verbo daría una idea equivocada de lo que hace. Porque si bien camina muy rápido, lo hace con facilidad, sin esfuerzo. Lleva una mochila. Va algo desabrigado.
Un poco más adelante ve al viejo. Sí, al mismo viejo del supermercado. Camina con lentitud, al límite de sus posibilidades. Lleva en la mano una bolsa con las compras del día. El joven lo recuerda. Sigue caminando. En pocos segundos alcanzará al viejo. Porque aún moviéndose ambos en el mismo sentido, la diferencia entre las velocidades es importantísima.
Por un momento despreciamos el movimiento del viejo, lo dejamos quieto, instalando sobre él el centro de nuestro eje de coordenadas. Vemos como el joven está cada vez más cerca. La distancia se reduce primero, después desaparece. Aunque en seguida la vemos de vuelta al otro lado del viejo.
Volvemos a pensar en el tiempo. Recordamos la teoría especial de la relatividad. El intervalo temporal se dilata cuando aumenta la velocidad de un sistema inercial. Entonces nos salta a la vista una gran injusticia cósmica. Es el joven, por moverse más rápido, quien disfruta de segundos más largos, cuando es el viejo quien está más cerca de la muerte.

lunes, 28 de marzo de 2011

Premiación

Noticia Cierta

Revista de letras dio a conocer, el sábado último en la ciudad de Barcelona, a los ganadores de los II Premios Rdl. Con estos premios, la revista reconoció a los mejores blogs en español de creación y crítica literaria.
Bosque de luciérnagas se quedó con la categoría nacional de creación literaria, mientras que El lamento de Portnoy ganó como mejor blog nacional de crítica. En la categoría internacional, que agrupaba tanto a los blogs de creación como a los de crítica, se otorgó el premio a Un esqueleto en el escritorio. El premio fue definido por el voto del público, que pudo elegir a los ganadores de cada categoría entre el 21 de febrero y el 2 de marzo de 2011.
Algo frustrado, Rodrigo Valla, autor de Percepciones de la ignorancia (uno de los blogs nominados en la categoría internacional) felicitó a los ganadores de las tres categorías después de generar un escándalo tras denunciar un recuento fraudulento de los votos. Aparentemente su ego no habría soportado la derrota.
Ya más tranquilo, en este momento, mientras se entrevista a sí mismo, dice: “los tres ganadores merecen el premio que han obtenido, porque no hay manera más justa de recibir un premio que siendo reconocido por el mismo público a quien está destinado nuestro trabajo”.
Aún sin haber resultado ganador, el autor reconoció que la nominación de Percepciones de la ignorancia le ha dado al blog la oportunidad de crecer. Desde que Revista de letras dio a conocer a los nominados de los II Premios RdlPercepciones de la ignorancia duplicó su número de visitas y triplicó su cantidad de seguidores.

sábado, 26 de marzo de 2011

El armado

Ficción

En esa misma habitación pequeña en la que Andrés transformó de un soplido una caja de madera en un instrumento musical, el artista continúa su obra. Porque si bien desde aquel día en que el luthier quitó los restos de viruta de la caja el violín es un violín, le faltaban algunas partes. No era ningún problema para nadie que mirara de afuera, porque la forma de la caja era contundente. Pero para el pobre violín, que no podía conocerse más que a través de un infinito esfuerzo propioceptivo, era imposible sacar conclusiones acertadas sin estar completo.
Andrés lo miró con cariño, hecho que nos inclina a pensar que sabe perfectamente que ese violín está vivo. No tendría ningún sentido ser cariñoso con un trozo de madera, por más lindo que sea. Lo coloca en la mesa de trabajo y le acerca un poco de madera de ébano. Claro que este poco de madera tiene una forma muy particular. Difícil de describir. Podríamos decir que es algo cónico. Y negro. Aunque eso ya lo sabíamos, por ser un pedazo de ébano.
El artista pegó la tastiera en el mango. Esa madera dura que asume el compromiso de colaborar con el instrumentista, permitiéndole aplastar las cuerdas para acortarlas, obligándolas a vibrar con mayores frecuencias. Aunque esto el violín no lo sabía. Ahora estaba más confundido que antes. Al principio le resultó algo incómodo tener ese pedazo de madera pegado literalmente al cuerpo, pero sabía que iba a acostumbrarse. En los días que siguieron, el violín siguió preguntándose quién o qué era, cada vez con más intriga y desesperación. No encontró ninguna respuesta sensata.

jueves, 24 de marzo de 2011

Sustracción de merengue

Trasgresión

Si digo que Javier siempre fue un trasgresor, digo realmente eso. Que Javier es trasgresor desde chiquito. Claro que siempre tiene que existir una primera vez. Un instante en el que el personaje de una historia haya perpetrado su primera acción de importancia argumental. Aunque hablar de Javier, una persona tan real, como si fuera un personaje de un cuento, es una falta de respeto. Pero no queda opción. Todo dentro de un cuento es ficticio, incluso las personas reales como Javier. Y en este mundo ficcional, necesitamos encontrar ese momento en el que él dejó de ser un niño inocente transformándose en el personaje del trasgresor. Con tanta fuerza se hace sentir esta necesidad narrativa, que a pesar de saber a Javier trasgresor desde que nació, vamos a inventarle el momento, el lugar, las causas y consecuencias de su transformación.
Javier está en la cocina de su casa. Su madre está preparando una torta, batiendo las claras de un futuro merengue. Esto está sucediendo, aunque no sucedió jamás. Javier mira como ese líquido que hace segundos era traslúcido, gana blancura y volumen. Su madre ya no bate. El merengue está ahí, aunque tampoco existió nunca. Ahora, la madre se aleja de la cocina por causa de una distracción cualquiera. Un timbre, el teléfono, necesidades fisiológicas. La que resulte más poética. Javier no puede resistirse. Está estirando el brazo. Mete el dedo en el recipiente. Se roba una buena cantidad de merengue.
Ya existe, aunque totalmente inexistente, la primera trasgresión de Javier. Ahora ya hay una primera vez para este hombre, mucho más real que su propia historia.

martes, 22 de marzo de 2011

Nulo movimiento

Percepción

Una mañana Buenos Aires amaneció con complicaciones. Miles de personas iban en busca de ese tren que viaja por debajo de la tierra. Algunos con cara de fastidio, otros con cara de otra vez no. Así reaccionaron cuando vieron que el subterráneo estaba cerrado. Pocas horas después, un hombre joven, flaco y pintón, tardó mucho más de lo que esperaba en llegar a trabajar. Un grupo de gente decidió protestar cortando la calle. En la estación de trenes todo fue una locura. Enojados con otra medida de fuerza gremial, los pasajeros que no podían viajar, quemaron todo. Rompieron vidrios. Nada de todo esto sorprendía a Buenos Aires. Pero aquel día, sin que nadie lo supiera, la paciencia argentina, esa que permite que resistamos toda desventura, se agotó. Entonces los automovilistas, autoconvocados, llenaron con sus coches todo el antiguo camino real, hasta Luján. Decían estar cansados de tanto piquete. La policía decidió hacer huelga. Los efectivos de infantería ya no quisieron ser golpeados por los pasajeros enojados de la estación de tren. Los colectiveros la hicieron fácil. Si el subte no anda, nosotros tampoco. A los políticos no se les ocurrió ninguna solución, así que se declararon en huelga para no tener que hacerse cargo de la situación. Y así fue como toda la ciudad se quedó quieta. Porque finalmente, hasta los periodistas dejaron de trabajar. Todo estaba demasiado quieto. Algunos dicen que la inercia va a ser un problema, que todo esto tenderá a quedarse quieto. Quizás la ciudad de Buenos Aires nunca vuelva a moverse.

domingo, 20 de marzo de 2011

Tachos de basura

Proceso

Cualquier ciudad está llena de tachos de basura. Especialmente Buenos Aires. Esa que aún teniendo un cesto en cada esquina no puede evitar que sus transeúntes le arrojen los papelitos al suelo. Y los chicles. Los cigarrillos. Pero no es la infinita falta de educación de los porteños y bonaerenses lo que me ocupa. Me dispongo a explicar cómo la empresa que se encarga de la fabricación de los cestos consigue que sean todos iguales. Porque al principio no eran todos idénticos.
Lo que sucedió es que en un momento, el gobierno de la ciudad exigió a la fábrica normalizar los tachos. Aterrados con la posibilidad de perder semejante contrato, directores, accionistas y empleados de la fábrica buscaron desesperados una solución. La idea se le ocurrió al accionista mayoritario. Nunca antes se le había ocurrido una. Todos pensaron que estaba loco. Pero como a nadie se le ocurrió nada mejor, hicieron de cuenta que la idea era buena.
En secreto, la fábrica contrató a cinco arqueólogos de escasa ética y los mandó a Italia. En la ciudad de Florencia, estos sin vergüenzas, después de investigar un poco, profanaron la tumba de un tal Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni. Según pude saber, un pintor y escultor famoso. Robaron un poco de talco de hueso, porque Buonarroti había fallecido en 1564.
Los de la fábrica, le entregaron ese talco de hueso a un equipo de biólogos que de legales no tenían nada. Y entonces, los científicos, después de conseguir recuperar un poco de ácido desoxirribonucleico, clonaron a Miguel Ángel y le hicieron treinta copias.
Así consiguió la empresa lo que nunca antes había logrado. Los treinta Buonarrotis trabajando en la planta, con sus herramientas medievales, a los golpes, fabrican desde entonces, todos los tachos de basura de Buenos Aires. Con tal maestría, que les salen todos iguales.

viernes, 18 de marzo de 2011

Carriles letales

Divague

El otro día iba manejando. Me pongo muy nervioso al volante. Tanto que me agarran ganas de dejar de manejar. O de pisar gente. Cualquiera de las dos opciones me va bien.
Pensaba en esos odiosos conductores que no pueden evitar cruzarse delante de uno, con maniobras de extrema violencia. No avisan con la luz de giro, no miran para atrás. Simplemente, se te cruzan. Claro, ellos asumen que vas a frenar y les vas a dejar lugar, porque no querés hacer torta el auto.
Así que aprovecho esta oportunidad para exhortar a todos los conductores respetuosos de las leyes y de tranquila conducción a no dejar que esos violentos idiotas sigan manejando así. Por un día, no frenemos. No les demos lugar. Es hora de que pongamos fin a esa primitiva forma de manejar, digna de los automovilistas de Neandertal.

Un caos sin precedente se produjo esta mañana en Buenos Aires, cuando se sucedieron, uno tras otro, incontables accidentes de tránsito de todas las gravedades posibles. Todo habría sido causado, aparentemente, por un comunicado que un ciudadano común publicó por internet. Aún no se conoce el número de víctimas fatales, aunque sí se sabe que ocurrieron accidentes de lo más ridículos. Dos colectivos, que intentaban cambiar de carril, fueron desafiados por los conductores de dos autos pequeños. Ambos conductores murieron. Los de los autos. Los colectiveros se mostraron muy confundidos. Un kiosco de diarios terminó arriba de una camioneta y un deportivo se incrustó en un mausoleo del cementerio. La catástrofe sólo puede compararse con la que ocurrió esa vez que al gobierno se le ocurrió pintar las divisiones entre carriles con pintura explosiva. En aquella oportunidad, miles de autos volaron por el aire.

El ministerio de seguridad social, tutor y encargado de todos los ciudadanos, hace saber que debido a lo ocurrido en la vía pública en el día de ayer, quedará prohibido el uso de internet. Resulta evidente que, en manos de nuestros compatriotas, no es más que un arma de destrucción masiva. Los extranjeros que se encuentren de viaje en el país, podrán consultar sus correos electrónicos en la embajada que les corresponda.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Metro patrón

Ficción

El viaje de vuelta es más caro. Eso me dijo el chofer.
Como no me gusta andar aceptando verdades incomprensibles por el mínimo hecho de que sean ciertas, dediqué el fin de semana a averiguar por qué el viaje de vuelta costaba más. Estarán de acuerdo conmigo en que no tiene ningún sentido que el viaje de un punto x a un punto y cueste más caro que un viaje de igual distancia pero en sentido contrario.
Los empleados de la terminal de colectivos no sabían demasiado. Tuve que pedir ver al gerente. Me recibió en seguida, quizás por ser mi consulta un tanto fuera de lo común. ¿Por qué el viaje de vuelta sale más caro? Me miró con cara de te entiendo perfectamente. La razón es muy simple, me dijo, el viaje de vuelta es más largo. ¿Cómo que es más largo? Claro, el viaje de vuelta es de tres mil cinco metros y el de ida de dos mil novecientos cincuenta y uno.
La seguridad con la que se justificó el gerente logró confundirme más de lo que estaba. Yo sabía que el vehículo del transporte público realizaba exactamente el mismo recorrido en ambas direcciones, transitando sólo por calles de doble sentido. No podía ser cierto lo de los cincuenta y cuatro metros de diferencia.
Estuve dos semanas buscando la causa del inexplicable fenómeno. Lo consulté con ingenieros, con físicos y hasta con personas normales. Entendí todo cuando compré el diario. Es que resulta ser que la calefacción de la oficina internacional de pesos y medidas en París, dejó de funcionar. Y entonces, consecuencia del gélido invierno, el metro patrón que allí está depositado, no puede evitar contraerse durante la noche, haciendo que mi viaje de vuelta en colectivo, sea más costoso.

lunes, 14 de marzo de 2011

Accidente en el infierno

Metanoticia

Drásticos cambios han sufrido en los últimos días los números de distintas encuestas electorales. Cuando faltan sólo dos meses para las elecciones presidenciales del inframundo, el terrible accidente ocurrido durante la construcción del enorme puente que pretendía unir las placas tectónicas del Pacífico y América del norte, pone en duda el hasta ahora indiscutible triunfo del candidato del diablo.
Este accidente, en el que murieron unas trescientas almas del infierno, complicará mucho el tránsito turístico entre ambas placas. El megaproyecto, originalmente impulsado por la gobernación de la placa tectónica del Pacífico, y al que se sumaron las gobernaciones de las placas de Nazca, Sudamérica y América del norte, quedará suspendido por el momento. Así lo hizo saber el estado nacional tras detener las obras. Decisión que no sólo se debió a la gravedad del accidente, también al antecedente ocurrido entre las placas de Nazca y Sudamérica hace poco más de un año.
El presidente del infierno relativizó la gravedad del accidente. Declaró que, a su entender, la muerte de trescientas almas no era grave, sobre todo porque ya habían muerto antes. Ante la insistencia de la prensa, que quería saber cómo iban a hacer ahora los habitantes del inframundo para irse de vacaciones, el primer ministro del demonio fue tajante: “Los habitantes del infierno están acá porque se portaron mal en algún momento, así que no sé hasta donde pueden pretender vacaciones”.
Como siempre, en la superficie del planeta, las consecuencias del accidente fueron tremendas. Al terremoto producido por el derrumbe de las columnas de hormigón de la obra, los seres humanos le asignaron un valor de 8,9 en la escala de Richter. En Japón hubo decenas de miles de muertos. No se sabe aún, cuantas de sus almas irán al infierno. Se teme por una explosión demográfica en la región infernal nipona.

viernes, 11 de marzo de 2011

Terrorista del caos

Ficción

Cuando ella nació, sus padres se decidieron por un nombre árabe. Le pusieron Oriana, un nombre muy bonito. Claro que el origen de su nombre, condicionó a Oriana en gran medida, confundiéndola muchísimo. Nunca se supo muy bien cuál fue la causa que la llevó a creerse tan árabe como su nombre. Sus padres eran argentinos, descendientes de inmigrantes italianos. De esos que llegaron muy temprano a Sudamérica, cuando todavía no estaba cerca el siglo pasado. Así que nadie comprendió a Oriana cuando empezó a salir a la calle con un pañuelo que le tapaba la cabeza.
Claro que el pañuelo nunca fue el problema. Oriana, a pesar de ser muy inteligente, al crecer, se había vuelto fundamentalista. Intentaron explicarle que no era ninguna terrorista árabe, pero ella no hizo caso. Siempre tuvo muy claro que estaba lejos de medio oriente, que no había grupos terroristas en los que participar cerca de su casa. Pero Oriana, como ya dije, era muy inteligente. Tan inteligente, que una tarde de verano, mientras paseaba por la ciudad de Buenos Aires, entendió la teoría del caos en un instante. Entonces supo que podría perpetrar el atentado perfecto. Lo haría valiéndose del efecto mariposa.
Volvió a su casa y se fue enseguida a la terraza. Se sentó en el suelo y observó las nubes un rato. Eligió una planta bastante linda, con una maseta de losa colorada. Agarró con la mano su tronco y le dio un pequeño sacudón, muy leve. Las hojas apenas se movieron.
Mientras Oriana continuaba con su vida normal, la perturbación que aquellas hojas generaron en el aire viajó a Brasil, donde obligó a una bandada de gaviotas a desviarse al oeste. Aquel cambio en la ruta de las gaviotas hizo lo suyo con algunas nubes en Puerto Rico. No sé muy bien como siguió la cosa, pero siete días después de que Oriana moviera la planta de su terraza, una feroz tormenta descargó sus rayos sobre las embajadas yanquis de Irán, Irak y Libia. Le falló el cálculo a Oriana con la embajada en Egipto. Allí sopló un viento en contra y el rayo quemó los turbantes de un par de jeques.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Se la fumó

Percepción

Mijaíl Bajtín fue un reconocido crítico literario y teórico del lenguaje soviético. Nació en el año 1895 en el Imperio Ruso, y murió, sin mudarse, en 1975 en la Unión Soviética. No me interesa comentar aquí a dónde estudió ni qué pensó acerca de la literatura. Tampoco si tuvo suerte en la vida o sufrió bastante. Sólo pretendo compartir mi sorpresa. Si me tomo la molestia de escribir datos precisos, tanto cronológicos como geográficos, es porque el personaje de esta historia es verdadero. Totalmente real.
Mijaíl Bajtín, en algún momento, parece haber molestado a Stalin. Por lo que el líder ruso lo condenó al exilio en Siberia. Mijaíl no estaba muy bien de salud y consiguió convencer al estado soviético de que lo mandaran a un lugar un poco menos inhóspito.
Terminó trabajando de contable en Kustanái. Durante aquel tiempo escribió una obra que se titulaba El discurso de la novela. Pasó el tiempo, y después de moverse de un lugar a otro, volvió a Moscú.
Y aquí es cuando pasa lo que pasa. En 1941, ya iniciada la segunda guerra mundial, Bajtín tenía muchas ganas de fumar, pero no tenía papel. Tenía tabaco, pero no papel. Así que, con mucha paciencia, este teórico soviético, se iría fumando de a poco uno de sus originales, del que hoy no quedan más que unas páginas.
Bajtín destruyó así una de sus obras.
Mijaíl se la fumó.

lunes, 7 de marzo de 2011

Bañero incoherente

Trasgresión

Por primera vez, Javier notaría que sus trasgresiones, a veces graves a veces inocentes, podían tener algún sentido científico. Entendió que sus trasgresiones podían servir para poner de manifiesto ciertas injusticias, pequeñas pero visibles, que existen en nuestra sociedad actual. Cualquiera podrá decir que esto no aporta nada al mundo, que esas injusticias microscópicas no hacen ningún mal al universo, pero Javier se las tomó en serio.
La primera vez que hizo uso de sus trasgresiones para volver evidente una injusticia fue en la pileta. Era verano y a Javier le gustaba nadar al sol en la pileta del club. Sabía que el reglamento del natatorio le exigía ducharse antes de meterse al agua, pero nunca lo hacía. Incluso hasta esquivaba la revisación médica, aprovechando el hecho de que el control que el club ejercía sobre los socios dejaba bastante que desear.
Pero un día se detuvo a descansar en un borde, después de salpicar a todo el mundo nadando mariposa. Miró a la derecha. Ahí nomás, a unos cinco metros de su andarivel, estaba el bañero sentado en su silla, a la sombra de su sombrilla, tomando un mate con bombilla. Javier sabía muy bien que el reglamento de la pileta no permitía cebarse ningún mate.
Así que al día siguiente se fue a nadar otra vez. Pero se llevó el termo, la yerba y el mate en la mochila. Nadó los mismos mil metros de siempre, cumpliendo con la misma rutina gimnástica. Salió de la pileta todo mojado y se buscó una reposera. Miró al bañero, estaba tomando mate. Sacó su termo, llenó de yerba su calabaza. La sacudió y colocó en su lugar la bombilla.
No había tomado ni dos mates cuando el bañero se puso de pie y empezó a acercarse. Javier ya se estaba riendo por dentro. Ahí estaba el bañero justo en frente de él. Levantó la mirada. No se puede tomar mate en la pileta, le dijo el infractor. Y Javier sonrió irónicamente, llenó de agua el mate de nuevo. Esto no es mate, es tereré, respondió.

viernes, 4 de marzo de 2011

Relatividad especial

Percepción

Un joven está por salir del supermercado. Un viejo está haciendo lo mismo. El joven camina con celeridad, porque aún sin estar apurado no quiere perder el tiempo. El viejo se mueve con gran lentitud, quizás porque así lo quiere, quizás porque es el límite de sus posibilidades. El joven lleva algunas frutas, pan y jamón. El viejo unas bananas y media docena de facturas. El joven esquiva la cola de una caja, se para detrás del último de la fila de la siguiente. Entonces ve que en la de al lado no hay nadie. Un cartel aclara que se trata de la caja con prioridad para embarazadas, personas mayores y otros individuos con limitaciones. Pero como no hay nadie, el joven deposita su compra en la cinta. Y justo en ese momento el viejo llega a la caja. El joven corre sus cosas a un lado, y cumpliendo con su deber pero pensando que el viejo podría haber llegado en cinco minutos, le deja el lugar. Ahí empieza la conversación.
Pase, dice el joven con amabilidad.
El viejo lo mira raro y contesta con seguridad. Usted llegó primero, así son las cosas.
Está bien, yo llegué primero pero es la caja con prioridad para usted.
No se haga problema joven, dice el viejo, es usted el que tiene que llegar, yo ya llegué.
El joven sonríe con sinceridad.
Yo ya llegué a los cien, prosiguió el viejo, ya no tengo más nada que esperar. Cualquier segundo es igual de lindo para mí.
El joven sonríe de nuevo. No tiene nada para decir, aunque tras confirmar en la apariencia del viejo los cien años que dice tener, se pregunta si aburrirá mucho vivir tanto.
Y así es como en un supermercado común y corriente, muy lejos de los aceleradores de partículas, la teoría especial de la relatividad diseñada por Einstein en 1905, se expresa nuevamente con cotidianeidad. El intervalo temporal se contrae o se dilata dependiendo de la velocidad del sistema inercial en que se encuentre.

martes, 1 de marzo de 2011

Tortura desde Jalapa

Intento Fallido

Siento curiosidad por cocinar con esos ajíes originarios del estado mexicano de Jalapa, los famosos jalapeños. Así que me dirijo con muy buena compañía al barrio chino, ahí donde se encuentran cosas raras en los supermercados. Me sorprendo con las formas que puede adquirir una calabaza al ver una verde que parece un bate de softball. Hay otras cosas raras. Ahí están los jalapeños. Compro unos cuantos, con total ignorancia. Vuelvo hasta la cocina. Los limpio y los pico. Y aquí la historia se divide en dos partes. Una primera en que tiro todos los pedacitos de jalapeño sobre unas sabrosas papas fritas y las arruino. Les pongo tanto que quedan incomibles, no podés ni acercártelas a la boca. Una segunda parte en la que siento que un dedo me empieza arder. En seguida otro dedo me duele. A los dos minutos, la punta de todos mis dedos me quema, como si estuviera agarrando una braza al rojo vivo. Tengo ganas de llorar, pero como estoy bien acompañado queda muy mal. Me lavo con agua, con jabón, con detergente. Nada. Cada vez me duele más. Me pongo sal, azúcar con limón. Pruebo con bicarbonato y hasta con crema para quemaduras. Peor. Me saco la crema con jabón blanco. Sumerjo las manos en leche. Parece que la cosa empieza a cambiar, pero  el dolor vuelve con más fuerza. Es insoportable. Termino con las manos en un recipiente lleno de agua con hielo. Con el frío logro engañar a esos neurotransmisores, que activados por la capsaicina, me hacen creer que se me van a caer los dedos. Todo termina tres horas más tarde, cuando harto de tener las manos abajo del agua, me hago el valiente y me quedo dormido aguantando el dolor. Cuando me despierto ya no me duele.