sábado, 25 de junio de 2011

Estratosfera socrática

Metanoticia

Como pudo saberse en los últimos días, el expresidente argentino Carlos Menem sabía lo que decía aquella vez en la que todos pensaron que deliró con la estratósfera. Es que en algún lugar, alguien está desarrollando un avión hipersónico que volará a treinta mil metros y se propulsará con algas marinas. Esta extraño proyecto es tal cual lo que decía Menem. Volará por la estratósfera y unirá París con Tokio en dos horas y media.
Hasta aquí no hay nada fuera de lo común. Algunos siguen pensando que el expresidente deliró, otros creen que habría preparado su discurso después de mantener una reunión con un agente secreto. Incluso están los que ahora lo declaran un visionario.
Pero todo tomó otro color cuando ayer por la tarde, un lugareño que hacía un pozo en el fondo de su casa en las afueras de Atenas, dio con una vasija de barro muy antigua que contenía un rollo de papel amarillento. El lugareño descartó que se tratara de papel higiénico, por lo que dio aviso a las autoridades.
Después de que los expertos le hecharan una leída a este rollo que estiman tiene más de dos mil años, anunciaron al mundo que se trata, ni más ni menos, de las obras completas de Sócrates. Hasta hoy, nadie en el mundo creía en la existencia de estos escritos, con excepción de Carlos Menem, quien una vez dijo haberlos leído todos.

jueves, 16 de junio de 2011

Que cedan el asiento

Trasgresión

Ahí va una viejecita. Parece haber sido bastante alta, pero ahora está muy encorvada. Tanto que casi parece que da una vuelta. Camina muy lentamente. Es en serio. Tengo que hacer tiempo mientras escribo para saber a dónde va. Se está por meter en el subterráneo. No sabemos hace cuanto tiempo le escapa a las escaleras. Hoy la vemos usar el ascensor.
Esta viejecita tiene algo raro. Está encorvada y camina en cámara lenta pero ha mostrado una gran habilidad en los brazos cuando llamó al ascensor. También cuando pasó por el molinete. Quizás tome un buen remedio para la artrosis. El mundo parece dar vueltas completas mientras ella sólo consigue bajar al andén.
Es la hora pico. El tren está casi lleno de gente. Muchos hombres y mujeres esperan de pie que el tren cante con su sirena el inicio del viaje. La viejecita avanza hacia la puerta que más cerca tiene, en un heroico intento por llegar al tren antes de que las puertas le nieguen esa posibilidad. Casi no llega. Se lo permitió el guarda, que apiadándose de ella atrasó la partida de la formación unos segundos.
Ya está adentro del vagón. La sirena aturdió a los pasajeros y las puertas se cerraron. La viejecita pone cara de cansancio. Vuelvo a pensar que esta señora tiene algo raro. No pasa mucho tiempo antes de que un pasajero, más cansado que ella, decida cederle su asiento. Ahora la viejecita se acerca a la silla. Da lentamente la vuelta. Se sienta. Justo en ese momento se ríe con una carcajada masculina. Se endereza. Se saca la peluca.
El hombre que se escondía en la viejecita no es otro que Javier. Ahora sabemos que el trasgresor va a viajar sentado.