domingo, 26 de febrero de 2012

Método cítrico

Divague

Tengo que aceptar que mi hipótesis acerca del jugo de naranja y pomelo, que inicialmente creí verificar mediante el experimento de las mezclas porcentuales, no es cierta. Afirmar que el jugo de naranja, al entrar en contacto con el jugo de pomelo, se transforma en jugo de pomelo, es incorrecto. No he podido encontrar ninguna evidencia química que sostenga mis anteriores conclusiones, aunque tampoco tengo con qué buscarla. No poseo microscopios electrónicos de barrido.
Mi error fue no considerar un posible fenómeno de enmascaramiento. Ahora estoy en condiciones de refutar mi propia teoría cítrica, con otra teoría gastronómica revolucionaria. La teoría de enmascaramiento gustativo. Un fenómeno que explicaría el problema de que el jugo de naranja y pomelo siempre tenga gusto a pomelo, muy similar al enmascaramiento auditivo. Conseguí demostrar que el gusto amargo del pomelo satura nuestros receptores del gusto evitando que podamos sentir el jugo de naranja.
Diseñé un experimento muy simple. Cualquiera de ustedes puede hacerlo en su casa, no existe riesgo alguno. Expriman un jugo de naranja y pomelo. Pueden hacerlo con cualquier proporción combinatoria. El método cítrico consiste simplemente, en una ridícula forma de ingerirlo.
La percepción de los distintos elementos del gusto está localizada en distintas áreas de nuestra lengua. En toda su superficie se distribuyen los receptores para el elemento amargo, el dulce, el ácido, el salado y el unami (este último no se bien qué gusto tiene, aunque estaría relacionado con la comida oriental y el glutamato monosódico). El elemento amargo se siente por el fondo. El dulce en la punta de la lengua, donde se nos suelen quedar atoradas las palabras.
Tomen su vaso de jugo mezcla. Pero no tomen el jugo, sólo el vaso. Antes de introducir el jugo en su boca, introduzcan un momento la punta de la lengua en el jugo. Podrán sentir claramente el gusto a naranja. Comiencen a llenar su boca de líquido. Seguirán sintiendo un exquisito gusto a naranja hasta que el líquido alcance el fondo de la lengua. Inmediatamente sentirán pomelo, y debido al fenómeno de enmascaramiento gustativo, ya no sentirán naranja.

martes, 21 de febrero de 2012

Una instantánea

Hecho

Ahí viene. Cómo que quién es. Es Edwin Herbert Land. No lo culpes por su forma de vestir anticuada, estamos en 1947. Claro, ese peinado a la gomina es de lo más normal por estos días. No, no estás soñando. Es que aceptaste, al momento de leer, las reglas espaciales que te impongo. Así que estamos en pleno invierno. No. Sigue siendo 21 de febrero, pero estamos en el hemisferio norte. Mirá bien, no te lo vayas a perder.
Ahí está Edwin. Tiene un aparato extraño en la mano. Aunque es fácil suponer que es una cámara de fotos. Pero tiene algo raro. Exacto, esa hendidura en el frente. No, no la viste antes. La viste en el futuro, pero si no podés bloquear esos recuerdos, que en este momento adelantan en el tiempo, no vas a poder sorprenderte con lo que está a punto de pasar.
Ahora Mr. Land levanta la cámara. Tuve que pestañear. Nunca soporté bien los ataques de luz momentáneos de las cámaras de fotos. Mirá para qué era la ranura. Sale un papelito chiquito. Blanco y negro. No hay nada. Esto es un fracaso. La verdad te pido mil disculpas, hacerte venir hasta 1947 y tan lejos de tu casa para esto.
¿Qué cosa? No me digas. Sí, tenés razón. El papelito se está pintando a sí mismo un cuadro hiperrealista. Increíble. Este tipo es un genio. Ya no vamos a tener que revelar más nuestras fotos. ¿Qué cámaras digitales? Nunca oí de ningún aparato por el estilo. No sé vos, pero yo estoy en 1947.

jueves, 16 de febrero de 2012

Teoría cítrica

Divague

A veces la ciencia no presta atención a ciertos problemas cotidianos que sin duda merecen ser estudiados. Es por esta razón que yo, sólo a veces, y a pesar de que no soy un científico matriculado, decidí realizar un experimento serio que termine con el problema de los jugos exprimidos.
Quizás no muchos de ustedes, pero seguramente alguno, exprimió alguna vez un jugo combinado de naranja y pomelo. Con combinado quiero decir que mezcló el líquido extraído de ambas frutas en un mismo vaso. Y cuando tomaron el jugo, era jugo de pomelo.
Primero pensé que se debía a que el gusto del pomelo es demasiado fuerte y no permite que nuestras células especializadas en la percepción del gusto distingan restos de naranja. Pensé que tenía que hacer una serie de pruebas. Unos cuántos jugos mezclando naranja y pomelo en distintas proporciones.
Exprimí un pomelo y le sumé el jugo de una naranja. Considerando las diferencias de tamaño, el jugo combinado quedó compuesto por un 37,5% de naranja y un 62,5% de pomelo. Lo tomé. Puro gusto a pomelo. Así que exprimí otro pomelo y le sumé el jugo de dos naranjas. Resultado: 54,5% de naranja y 45,5% de pomelo. Puro gusto a pomelo. Exprimí otro pomelo y le sumé el jugo de tres naranjas. El jugo ya no se veía del mismo color, 64,3% naranja y 35,7% pomelo. Pero cuando lo tomé, puro gusto a pomelo.
Estoy en condiciones de confirmar a través de la aplicación del método científico en un marco experimental cotidiano que el jugo de naranja, una vez mezclado con el jugo de pomelo, se transforma en jugo de pomelo. Aunque aún no puedo especificar si la causa es química, mecánica o biológica.

jueves, 9 de febrero de 2012

El detective

Ficción

Ya no vivimos en épocas de estereotipos. Así que Tomás, uno de los mejores detectives de la historia de la literatura, no tiene una lupa ni usa lentes. No tiene puesto un sobretodo y hasta viaja en bicicleta de un lugar a otro. Sí se parece a aquellos hombres que hacían lo que el hace en los libros de cuentos policiales de hace años en una cosa, hace uso del famoso método deductivo.
La policía científica no lo llama porque sea un tipo amigable. No le tienen ningún tipo de afecto. Pero hay razones presupuestarias para contar con su colaboración. Cualquier peritaje es caro en comparación al uso gratuito de su cerebro. Y en el tercer mundo, nunca sobra el dinero, así que hay que aprovecharlo.
El cadáver está en el suelo. Pero no muy cómodo. Es que antes de quedarse duro, murió en una posición de yoga, de esas que son bien difíciles. La policía todavía no lo movió. Esperan que Tomás observe todos los detalles antes de enderezarlo en una camilla.
El detective está muy extrañado. Es que el cadáver presenta dos heridas de bala en el pecho. Pero no de las normales. Toda herida de bala tiene un orificio de entrada y puede tener uno de salida, si el proyectil no queda alojado en el cuerpo de la víctima. Pero este muerto tiene dos orificios de salida.
La policía está muy desconcertada. Pero Tomás está tranquilo, terminando de deducir el escenario previo a la muerte del sujeto cuyo nombre no pronunciaremos aquí, porque no se lo pusimos. El detective ya está sonriendo. Ya sabe lo que pasó. Es claro, explica, alguien disparó al aire y teletransportó las balas adentro del cuerpo de la víctima. No hacen falta las pericias. El asesino es Julián Mesonti.
El problema con Tomás, es que es tan pero tan inteligente, que sus deducciones trascienden este relato. Así que la policía, por ahora, no puede hacer nada. Es que Julián Mesonti no existe. Todavía no lo escribí.

viernes, 3 de febrero de 2012

Ciudad y lluvia

Divague

Una vez más hemos sido testigos de la furia de la naturaleza. Creemos que vivimos en otro lado, pero cada vez que llueve, la naturaleza nos recuerda que vivimos dentro de ella. Se arma un lío tremendo. Porque a las nubes se les da por desarmarse a una velocidad promedio de 50mm por hora. Y eso es mucho. Esto quiere decir que si en el patio de tu casa vos tenés una pileta de lona vacía, en una hora el agua alcanzará los 5cm de altura.
Si la ciudad fuera completamente plana y lloviera durante 3 horas, todos los porteños sufrirían una inundación de 15cm. Lo que seguramente sea incómodo, pero soportable. El problema es que el terreno tiene sus desniveles, lo que provoca una injusta distribución de la llovizna. Si esa pileta que tenés en el patio no fuera plana y presentara una forma cónica, la altura que alcanzaría el agua sería de 45cm. La ciudad se parece más a un cono que a un cubo.
Estuve haciendo unos cálculos para evaluar la viabilidad de una posible solución. Sabiendo que la ciudad tiene una superficie de 202km2 y unos 2.891.082 habitantes, estimé la cantidad de agua total caída sobre la ciudad durante 3 horas de lluvia a 50mm por hora. Son nada más que treinta mil trescientos millones de litros. Lo único que tenemos que hacer para que la ciudad no se inunde es tomarnos, cada uno de nosotros, 10.480 litros de agua.
Es pronto para poner a prueba este nuevo método contra los anegamientos. Habría que confirmar primero en qué estado quedarían nuestros riñones.