lunes, 30 de julio de 2012

1930 4 2

Hecho

El sol nos inunda esta mañana del 30 de julio. Lindo clima. Estamos en Montevideo, la capital uruguaya. No se dieron cuenta, porque viajamos con la imaginación. Y la imaginación no sufre ninguna inercia. Más sorprendente aún, nos vinimos al año 1930. Y tampoco de dieron cuenta.
Estamos todos sentados en la platea del estadio, hace horas que esperamos por el inicio de la final del primer mundial de fútbol de la historia. Es que se les dio por abrir la puerta a las ocho de la mañana para ver un partido que empieza bastante después del mediodía. Estamos un poco aburridos, así que vamos a acelerar los segundos (desde aquí deben leer más rápido).
Salen las selecciones de Argentina y Uruguay. Podemos ver ordenados en fila a Botasso, Della Torre, Paternoster, Evaristo, Monti, Suarez, Peucelle (este es famoso), Varallo, Stábile, Ferreira (con brazalete de capitán puesto) y Evaristo de un lado. Del otro: Ballesteros, Nasazzi (el capitán uruguayo), Mascheroni, Andrade, Fernández, Gestido, Dorado, Scarone, Castro, Cea y Santos Iriarte.
Escuchamos los himnos nacionales de ambos países, pero un poco más agudo porque van mucho más rápido. Nos disponemos a ver el partido. Todo se detiene (ahora lean más lento). Parece que hay un problema. Claro, es que en este primer mundial de fútbol no hay ninguna empresa que provea las pelotas oficiales. Cada equipo quiere jugar con la suya. Ridículo. El árbitro se opone, afirma que no puede controlar el juego si hay dos pelotas. Propone un sorteo. Parece que ganó la selección argentina. El partido se va a jugar con su pelota.
Empieza el partido, aceleramos de nuevo (ahora tienen que leer rapidísimo). La pelota va rebotando en los pies de varios jugadores. A veces la tienen unos a veces otros. Gol de Uruguay. No llevamos ni quince minutos del primer tiempo. Gol de Peucelle. Empate por ahora. Gol de Stábile. Argentina lo da vuelta. Bien por los dueños de la pelota. Se termina el primer tiempo, pero el descanso pasa rápido. Nadie repite los goles, no hay televisión. Ya se mueve la pelota de nuevo (lean más rápido todavía), se escapa Cea, gambeta y golazo. Gol de Iriarte. Gol de Castro.
Se escucha un silbato y termina el partido (desde aquí pueden volver a la velocidad normal de lectura). Uruguay se queda con el primer mundial de fútbol de la historia. Presenciamos, sin duda, un duro golpe para el orgullo argentino. Los hinchas no hacen lío, hay mucha policía. Sin embargo, en Buenos Aires, dentro de unos minutos van a intentar asaltar la embajada uruguaya.

lunes, 23 de julio de 2012

Culpa y cargo

Trasgresión

La última trasgresión de Javier había sido terrible. Recordarán ustedes que lanzó un cohete contra un colectivo que no paró para dejarlo subir, asesinando al chofer y a once pasajeros inocentes, sumándose a las víctimas fatales un señor y un perro que caminaban muy lejos de la explosión pero fueron alcanzados por los pedazos del vehículo que volaron por el aire.
En el mundo real no pasan estas cosas. Ningún loco como Javier hace explotar un colectivo por tan poca cosa. Pero en el universo de la ficción, ese que se construye con letras y sintaxis, en el que no es necesaria la interacción de otras partículas elementales más que las letras, el sistema judicial es tan absurdo como sus delincuentes.
El tribunal oral de jurisdicción federal encargado de juzgar delitos absurdos, consideró que Javier tenía razones para destrozar aquel colectivo y que no tuvo intención de asesinar más que a su chofer, resultando la muerte de los otros trece seres vivientes, incluido el perro, un daño colateral.
Al dar su veredicto, dicho tribunal consideró de manera unánime, que era necesario aprovechar socialmente la ilimitada necesidad de romper las reglas de Javier permitiendo que su intolerable manera de proceder fuera funcional al control del cumplimiento de la ley.
Se lo declaró culpable de homicidio en primer grado agravado por el uso de misiles, de homicidio no intencional accidental de doce personas y un perro, portación ilegal de armas de películas de guerra y uso de un peinado ilegal. Se lo condenó asignándole un cargo en el control de tránsito de la ciudad y se le asignó la función, inicialmente, de controlar vehículos mal estacionados. Se le permitió proceder según sus métodos.
Ahí está Javier, si no tienen miopía lo pueden ver. Camina sereno por la vereda de una avenida. Se acerca a un auto estacionado ahí. Es lunes y ese auto no tendría que estar ahí. Acerquémonos. Ahora lo vemos mejor. Javier se sube a una escalera que aparece de repente. Está quitando un cartel de un poste. Prohibido estacionar días hábiles de siete a veintiuna, dice el cartel. Lo tiene en la mano. Se acerca al auto mal estacionado. El ruido es estridente. Javier tiene bastante fuerza. Ahora, cuando el dueño del auto vuelva, verá que el techo de su vehículo fue atravesado con un cartel. Nunca volverá a estacionar en un lugar no permitido.

lunes, 16 de julio de 2012

Estilo libre

Discusión

Tenés que subir todavía más el codo. Eso dijo Rodrigo, y Rodrigo, el otro, supo que tenía razón pero no pudo evitar sentir cierta molestia. No entendía por qué aquel se preocupaba tanto por los detalles de los movimientos de su cuerpo. Intentó subir un poco más el codo, no porque lo creyera útil sino más bien para evitarse la próxima corrección de Rodrigo. Así Rodrigo iba corrigiendo de a poco el movimiento de sus brazos.
Las piernas están un poco abajo. Tendrían que estar un poco más arriba y las rodillas deberían flexionarse un poco menos. Otra vez Rodrigo corrigiendo y Rodrigo, ya cansado de tanta atención puesta en los detalles pensó en otra cosa.
No estamos estirando bien el brazo al final y quizás tengamos que rotar un poco más el tronco. Rodrigo insistía con las correcciones. Así pensaba mover su cuerpo de una manera más eficiente reduciendo el cansancio. El otro Rodrigo ya no le prestaba atención.
Cuando giramos la cabeza nos hundimos un poco. No sé bien a qué se debe. Esto último lo dijo como preguntando, era claro que esperaba una respuesta de Rodrigo. Y entonces, el que se había distraído volvió a poner su atención en el cuerpo y después de pensar un poco propuso una solución.
Creo que cuando giramos la cabeza para respirar estamos rotando aún más el tronco y esto nos hace perder estabilidad. Pasa más cuando respiramos del lado derecho. Tratemos de girar la cabeza sin alterar el movimiento del tórax.
Así fue como Rodrigo, el que estaba aburrido y no quería tomarse la natación tan en serio, terminó corrigiendo al perfeccionista. Todavía ninguno de los dos había solucionado el problema cuando alcanzaron, al mismo tiempo, el final de la pileta.

jueves, 12 de julio de 2012

Cazando bosón

Metanoticia

El mundo supo no hace mucho tiempo, que un grupo de científicos tenaces y perseverantes, de esos que ostentan una sobredosis de paciencia y pudieron construir el acelerador de partículas más grande del planeta porque les prestaron mucha plata, después de haber congelado el subsuelo de Francia y Suiza y haber acelerado algunos protones a una velocidad muy cercana a la de la luz, tras romper el record de energía registrado por aparatos parecidos y alcanzar colisiones de 8 Tera electron Voltios (poco más de la mitad de la energía máxima que puede soportar) han encontrado una sombra que parece ser consistente con la existencia del bosón de Higgs.
Esto es muy alentador. Todos ustedes entienden, aún sin dedicarse a la física de partículas, que si algo hace sombra, existe. Así que quizás pronto pueda confirmarse el modelo estándar de la física cuántica. Una ecuación gigante que indica cómo se relacionan un montón de partículas muy pequeñas, que nadie puede ver, pero de las que estaríamos hechos. Incluso podría obtenerse alguna evidencia que respalde la supersimetría.
El problema está en que el bosón de Higgs es tan pero tan chiquito, que los científicos no pudieron meterlo en un frasco. Incluso logró atravesar las paredes del detector Atlas y salió volando al exterior. Esto, sin duda, va a complicar el asunto, ya que a pesar de que la partícula ya tiene pedido de captura internacional, las policías del mundo explicaron que no tendrán forma de verla y mucho menos, de ponerla en un frasco.
El más triste debería ser Higgs, quien en 1964 creó el bosón con un papel y un lápiz. Sin embargo él está tranquilo. Nunca lo van a agarrar, decae a los pocos segundos de la colisión, aseguró.