martes, 25 de diciembre de 2012

toriPaceni

Anagrama

Alguien la tomó aunque no pudo ver quién. La despertó violentamente y la saco de aquel lugar en el que dormía. Sintió una fresca brisa en la cara y supo que era de noche. Alguien introdujo una parte de ella en un envase frío y traslúcido. Su equilibrio era bastante inestable, tanto que pensó que caería al suelo, aunque seguía misteriosamente en pie.
Oía gritos de alegría y de a poco empezó a escuchar estruendos violentos. Supuso que no era nada grave, por que de otra forma, se hubieran detenido los gritos de alegría. Entre todos la aturdieron. Bocinas, truenos, silbidos y gritos. Un miedo fuera de control fue distribuyéndose a lo largo de su ser.
Sintió que alguien se le acercaba. Decía algo, pero no le hablaba a ella. Era como si su presencia no importara en lo más mínimo. Fue justo en ese momento cuando escuchó un sonido extraño. Producido, muy probablemente, por un incómodo rozamiento entre dos objetos. Pudo ver un destello amarillo.
Luego todo pasó muy rápido. Sintió el contacto de una llama y en seguida se encendió su cuerpo. No sintió dolor, lo que podría haberla tranquilizado un poco si no fuera porque su cuerpo parecía estar hecho de combustible. El fuego la recorría con gran comodidad. Pensó que su muerte iba a ser tan sólo una llama.
La sorpresa le alegró el final. Sintió cómo el fuego al penetrarla desencadenó todo un espectáculo. Gracias al principio de acción y reacción, salió volando para arriba. Sintió la caricia del aire en la cara. Por un segundo disfrutó del vuelo, un segundo justo antes de explotar.

Después de que alguien enciende la mecha de una cañita voladora, el calor se transforma en movimiento cuando por un extremo del cohete se le permite al gas de la combustión escapar al exterior. Esto vale tanto para cohetes espaciales como pirotécnicos.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Mingitorio carnívoro

Ficción

Hace días que el muchacho metrosexual es víctima de una enorme curiosidad. Una curiosidad de esas que tenderían al infinito si fueran consideradas desde la perspectiva del cálculo infinitesimal. Lleva grabada en su corteza visual la imagen del mingitorio del baño del club. No de cualquiera. Recuerda especialmente aquel de la punta, el más alejado de la puerta envuelto en una cinta blanca y roja con el mensaje de peligro.
Todos los días va a ese vestuario antes de empezar su rutina de ejercicios y después de terminarla. Mientras se cambia la ropa, mira fijamente el mingitorio inhabilitado y se pregunta por qué sigue rodeado de una cinta tan amenazante. Pensarán ustedes que podría resolver su inquietud tan sólo preguntando, ya que el vestuario siempre está lleno de gente. Pero el muchacho metrosexual es bastante tímido.
Ahora está a punto de entrar en el vestuario una vez más. Pero esta vez viene muy apurado. La vejiga es quien lo apura, aunque si le preguntan a ella no se hace cargo de nada. Yo sólo hago mi trabajo, el que tomó dos litros de mate es el cuerpo que me traslada, se queja. Así que el muchacho metrosexual entra con gran velocidad. Apenas puede evitar chocarse las paredes.
Cuando entra en la sala para la descarga masiva de orina observa intranquilo que ha sucedido eso que se da sólo cada tanto, todos los mingitorios tienen alguien en frente. Sólo queda aquel del fondo, envuelto en cinta de peligro. Y sí, al muchacho metrosexual no le queda opción. Corre hacia el fondo y arranca la cinta blanca y roja. Saca de adentro del pantalón su manguera direccionadora (sin duda uno de los mayores éxitos evolutivos del ser humano de sexo masculino) y se dispone a vaciar su vejiga.
No tarda en darse cuenta. Todos los demás hombres en la sala lo miran con miedo y lamentablemente, no tienen tiempo de advertirle nada. El mingitorio cierra la boca. Entonces se oye un grito desgarrador, tiemblan las paredes. Todos los hombres presentes se tapan con las manos su zona inguinal. Aunque con excepción del muchacho metrosexual, todos conservan su integridad física.
Al pobre muchacho se le va a complicar el asunto de la descendencia. No parece plausible, que en un futuro inmediato, la evolución nos ofrezca el recurso de la reproducción inalámbrica.