sábado, 23 de febrero de 2013

Grito al signo

Discusión

Rodrigo, te digo que no conviene gritar demasiado. Cuando sos un personaje literario, si levantás la voz llenas la hoja de rayas. ¿Quién te dijo a vos eso? Mirá como grito. Hola! Hola!! Escuchen mis alaridos!!! A vos te debía ir bastante mal en lengua. Escribís en castellano, los gritos se señalan al principio y al final. ¡Así!
No sé de que estás hablando. Yo sólo grito. ¡Quiero que me escuchen! Ahí está mejor, corregiste el tema de los signos. ¿Qué signos? Esos palitos con un puntito arriba o abajo, según convenga. No entiendo lo de los palitos. Es que somos personajes de literatura. Nos escuchan cuando nos leen. Y cuando la gente lee, ve letras y palitos.
¿Qué pasa si tomo mucho aire y grito más fuerte que nunca? Posiblemente hagas un despiole. ¡¡¡¡¡Vamos Argentina!!!! ¿Ves que terminás ocupando una gran parte del renglón con palitos? Es bastante molesto de ver. Además, fíjate que te pinchaste al final, porque adelante hay más palitos que atrás. Así que me pinché. Mirá quien habla, vos no te gritaste nada. Muy de literatura, pero un débil total.
Por favor, no hay ninguna necesidad de ser agresivos. Yo estoy cómodo hablando sin gritar. Claro, debe ser porque estás mal de la garganta. Todo hecho de literatura, pero bastante mediocre. Mirá que la familia Buendía, el Quijote o Fernando Vidal Olmos son mucho más famosos y seguro se animarían a gritar.
No me hables de Fernando que es un personaje muy violento. En cuanto a los Buendía no sé bien quién es quién. Viste que el árbol genealógico de esa familia sí es complicado. El quijote no sé quién es. Vos sos un aburrido. ¡¡¡¡¡Sos un aburrido!!!!!!!! Ahora terminé más fuerte que al principio.

viernes, 15 de febrero de 2013

Alma discreta

Divague

Estoy en condiciones de explicar los problemas del mundo. Sobre todo la muerte. Es que todo puede explicarse con una gran facilidad si se piensa en el momento en que dios creó el universo. Como muchos habrán oído, la divinidad trabajó duro una semana y al séptimo día descansó. Asumamos que se jubiló. Esto puede explicar casi todo.
Saben ustedes que este ser omnipotente empezó por separar la luz de la oscuridad, cosa que fue bastante difícil, ya que estaban muy pegaditas. También creó montones de animales. Pero lo más importante que hizo fue fabricar un enorme número finito de almas. Sí, dije finito. O sea que hay almas para tirar al techo, pero son un recurso no renovable.
A partir de este único hecho, al considerar que la cantidad de almas disponibles en el universo es finita y agotable, podemos entender la necesidad de la muerte como un recurso indispensable para la dinámica reencarnativa de la vida. Ya hace mucho tiempo, los orientales se dieron cuenta.
Imaginemos un grupo de sujetos hace millones de años. Ahí los vemos. Están todos contentos porque son inmortales. Ahora supónganlos aburridos, tan aburridos como para sentir la necesidad de matar el tiempo con relaciones sexuales. Es fácil ver como la población de este hipotético grupo de sujetos crece. Sigue creciendo.
Un buen día un nuevo individuo es concebido y el primer hombre muere. Todos se asustan sin comprender lo que sucede. Pero ahora, para nosotros, todo es claro como el agua. Una vez alcanzado el número disponible de almas, al ser concebido un nuevo individuo, automáticamente, y para que no pierda continuidad este increíble sistema dinámico que es la vida, algún individuo muere. No es fácil predecir cuál de todos recibe el premio de morirse.
Así que cuánto más larga sea nuestra vida, más gente se tiene que morir. Incluso, si se amontonan las concepciones, pueden ser necesarios distintos desastres naturales. Es una forma que tiene el cosmos de ocultarnos lo que sucede. Matarnos con meteoritos, terremotos y erupciones.